jueves, 27 de noviembre de 2008

Merodea sueño


Lento, Lento, esperpento, no, mejor cemento.
Y así, miseramente, es como cada mañana intento hacer una rima que haga mínimamente levitar mis mejillas, que me haga reír de mi estupidez humana, mi falta de sueño. Más estúpido ese señor que imita zancadas de animales, sus ojos denotan que se escapó de otro sueño de alergias sin brote.
Si tan solo supiera a donde voy, los espacios entre paso y paso, cobrarían un sentido , una absoluta razón, no son tiempos de razón. Un colorido pantalón pasó a mi lado.
Pero algo me lleva a algún lugar donde alguien me debe estar esperando, que vacío todo, tal vez .
Frío polar me acaricia como una mano áspera, manos cansadas, el sol asoma la cabeza, ve el mundo, y quiere desaparecer, se quiere esconder, pero no puede, tan grande tan inmenso y a la vez su rutina, mas rutina que la nuestra. La señora de vestido largo con medias ¾ negras me mira y se ríe por lo bajo, mientras barre su vereda, en la que no hubo hojas nunca.
Inconcluso, como los cuatro libros que tengo empezado, mi mente desordenada como las 425 hojas de esos 4 libros que dan vueltas en mi cabeza, se entrelazan y Hamlet era un duende, y Romeo secretario de un burgués. Tan inconcluso que cada paso me remite al anterior, y así avanzo en el espacio-tiempo, tiempo-yo, no van de la mano y el tiempo helado Alaska que hablando de manos me las corta como ladrón de siglo XV.
Ya el día se torna a una cortina de belleza, de plazas inundadas manitos que cubren un rayo de desconcierto, donde estoy parado, pará, ¿A dónde iba?
Los pájaros silban sus rituales, sus penas tal vez, tan brillantes para el oído en modo mayor. Y luego de esos 5 minutos de inundación, de arlequines corriendo, de bolsa de Nueva York a fin de mes, la calle es mía, y nadie se tropieza delante de mí y me hace reír, ni un viejito me pregunta donde vive. A esta hora exactamente las 12:24, el espacio-tiempo se toma un break y su secretaria se sienta en el regazo.
Me pica la rodilla, y el canillita que pasa me avisa que el destino me quiere en la tapa del diario, como top model de lo grasa de mi pulóver tejido por mi abuela y pantalón de buzo, de gimnasia, de la que te acelera el corazón, tanto como a mi abuela que murió de un ataque, al corazón. Le apunto y fallo.
Mi pulmón que no discrimina deja entrar en mi la nube mas negra de un humo, alquitrán, de un auto viejo que maneja una señora escucha radio Mención, donde habitúan canciones de Johnny Tedesco en su radio a pilas, por que afuera de un boliche, mar bravo, agua de gentes y más que antes, le robaron el estéreo. Mi cuerpo colapsa y se comprime, como exprimiendo una naranja, me retuerce y me caigo una vez mas los nervios me hacen vulnerable, una vez más. Yo toso.
Fugaz tomo el viejo tren, tomo el diario del café, que ya había tranquilizado mi salud, escapando a las miradas de las ventanas acortinadas, y el banco de la plaza que me espera para charlar de yo y de mis cosas, es tímido y no me cuenta nada, pero se ríe de mi frustración y me golpea la espalda.
Y me miro los pies, y me toco la cara con poco orgullo, con tacto débil de niño, y veo tu luz, mi luz, y huelo lo juvenil, la estática.
Hola .
G-

1 comentario:

bari sadaniowski dijo...

felicitaciones a vos si es tuyo, o a aquel que lo escribió.
me hiciste disfrutar unos minutos de mi pesado día, con unos cuantos párrafos!